Prácticamente la totalidad de personas que comienzan a correr lo hacen con un objetivo principal: mejorar su forma física. Las adaptaciones que nuestro cuerpo va logrando tras conseguir entrenar de forma rutinaria durante semanas son tan evidentes que se pueden comprobar a simple vista y con mediciones de peso o tiempos: es decir, nos volvemos más fuertes, más rápidos, más resistentes.
Pero los últimos estudios científicos elaborados en este sentido han llegado a conclusiones que van mucho más allá de que el deporte nos ayuda a mejorar físicamente, sino que su práctica también está relacionada con una mejora cognitiva o, al menos, con un menor índice de pérdida de niveles cognitivos, propios del paso de la edad.
El proceso en cuestión se llama Neurogénesis; mediante este sistema, nuestro cuerpo es capaz de regenerar las neuronas de nuestro cerebro, pero también de otras células que las acompañan, llamadas células gliales, también de gran importancia para mantener o ampliar nuestro nivel de pensamiento.
Este proceso de neurogénesis parecía suceder únicamente en etapas muy iniciales de la vida de una persona, sobre todo en su infancia más temprana, aunque con el tiempo esta concepción cambió y se vio que se podía seguir manteniendo ese proceso, si bien a niveles muy inferiores en adultos que en niños en pleno crecimiento.
Las zonas que se ven afectadas gracias a la actividad física son el bulbo olfatorio y una región del hipocampo, algo de lo que se lleva debatiendo al menos un par de décadas en el mundo de la neurociencia cognitiva.
Los estudios con ratones han sido claves para poder observar la aparición de esta relación entre el deporte y la neurogénesis; en una investigación, con ratones jóvenes, se demostró que la actividad física (en este caso, una rueda típica de correr), incrementaba aspectos claves para una persona, como la memoria espacial, responsable de almacenar y utilizar información acerca del entorno y la orientación, algo que nos sirve para recordar cómo llegar a un sitio y dónde está.
Cuando se utilizó a ratones adultos que habían pasado 18 meses sin hacer ejercicio, los investigadores pudieron observar como, al regresar a la actividad física durante un mes, estos ratones mostraron un aumento en la formación y la duración de nuevas nueronas.
Dentro de los procesos como la neurogénesis, existen factores a nivel molecular que los regulan, de forma que cambia el nivel de proliferación y diferenciación de células madre del cerebro, algo que para los adultos es de gran importancia, ya que tiene mucho que ver con a capacidad de crear nuevas células neuronales y mejorar las conexiones entre estas.
Ahí es donde entra la actividad física aeróbica, como correr; gracias a ella, algunos de los factores de crecimiento en el campo de la neurogénesis se ven ampliados, sobre todo en la zona del hipocampo, algo que no ocurre con otros deportes anaeróbicos, como podría ser el levantamiento de pesas.