Si hay una disciplina que no haya tenido tanto auge en el mundo de las carreras por montaña, esa ha sido la de los kilómetros verticales. Pero para Vanesa Ortega, estas son las carreras más espectaculares, las más agónicas y en las que ella más disfruta. Proveniente del mundo de la montaña, nos cuenta cómo ha sido su transición al mundo del Kilómetro Vertical.
Hace unas semanas te vimos en el Kilómetro Vertical Transvulcania ¿Cómo te fue?
Para mí ha sido un Kilómetro Vertical muy duro, porque los primeros 500 metros van conmigo, con mis características. Los que se me dan bien son los kilómetros con pocos kilómetros y salvan 1.000 o más metros. Este es muy largo, tiene casi 8 kilómetros y es de correr mucho. A mí no se me da bien, no iba bien conmigo. Me sentí bien los primeros metros, pero luego a partir de ahí he tenido que darlo todo. Todas hemos sentido lo mismo, no sé si por el ambiente o la humedad. Me ha costado mucho estar ahí arriba. Me voy muy contenta a casa.
¿Cuándo y cómo comienzas a correr?
Llevo cuatro años corriendo carreras por montaña y kilómetros verticales. He hecho carreras largas, pero poquitas. Yo vengo del mundo de la montaña, llevo 11 años haciendo montaña, con expediciones a Los Andes, alguna al Himalaya, etc… Después de cuatro años he roto el esquema y he dejado de hacer montaña para hacer carreras.
«Echo mucho de menos la montaña en su estado puro: la soledad, los días caminando, las grandes alturas… Lo echo mucho de menos.»
¿Merece la pena dejar la montaña por las carreras?
Hasta ahora sí merece la pena. Casi todas las carreras que he hecho he acabado en podio, he estado arriba. Pero echo mucho de menos la montaña en su estado puro: la soledad, los días caminando, las grandes alturas… Lo echo mucho de menos. Por eso corro kilómetros verticales, para que mis articulaciones aguanten y poder seguir haciendo montaña como la hacía antes. Pero hay tiempo para todo, puedo aprovechar estos años corriendo y lo voy a hacer. Si el cuerpo y las lesiones me dejan, creo que es interesante estar aquí.
¿Cómo recuerdas tus comienzos?
Corrí una carrera allí en mi tierra, que era de más de 20 kilómetros. Fue casualidad, porque fue una expedición fallida a Bolivia, queríamos volver, pero al final no pudimos ir y me apuntaron a una carrera. Salió bien y me dijeron que me iban a puntar a una carrera de la Copa de España, en Peñalara. Hice segundo puesto. Así empecé.
Fue todo un poco sin querer…
Fue casualidad, tampoco me lo había planteado. Siempre me había gustado correr, pero a nivel competición, nunca se me había pasado por la cabeza.
¿Tienes un trabajo además de tu faceta como corredora?
Sí, soy enfermera. Mi vida es como la de casi todos los corredores, un poco monacal. Hay que sacrificar mucho porque todos tenemos una profesión y tenemos que trabajar. Hay muy poquitos que viven del running. Hay que trabajar y gestionar mucho el tiempo. Hay que sacrificar y tener mucha constancia, pero no hago nada que no hagan otros corredores. Pero cuando te gusta algo, la satisfacción es muy grande.
«No tiene sentido ir a una carrera donde no tienes competidoras de tu nivel. Eso es lo que endurece a una carrera. Y ahora mismo hay un nivelazo.»
¿Vives en un lugar bueno para entrenar?
Vivo en una zona privilegiada, porque vivo en La Vera, una especia de pre-Gredos. Salvo desniveles de 1.000 o 2.000 metros, con Gredos a unos 60 kilómetros de mi casa. Entreno en desniveles grandes, de hecho, para entrenar en llano lo paso muy mal porque no lo encuentro. Y encantada.
¿Cómo entrenas?
Descanso un día a la semana y luego como casi todos los corredores: días de calidad, etc… Nunca entreno en llano, siempre subidas. Poco más, tampoco hago nada especial.
¿Tienes entrenador?
Tengo un entrenador que me pasa cada tres semanas un plan, aunque hablamos constantemente, a través del teléfono.
¿Eres muy competitiva en las carreras?
Creo que todas las chicas que están arriba y todos los chicos, cuando nos ponemos un dorsal vamos a competir y a ganar, por lo menos a hacerlo lo mejor posible. Mi caso es como el de todos: vas a compartir y a darlo todo.
«Puede ser algún día que se hagan Campeonatos Olímpicos. En un ultra hay más soledad, que también es bonito, pero no tan espectacular.»
¿Cómo ves el incremento de nivel en los últimos años?
Hay mucho nivel. La verdad es que se agradece, porque al fin y al cabo, lo que hace duro a una competición es el nivel que hay arriba, en cabeza. No tiene sentido ir a una carrera donde no tienes competidoras de tu nivel. Eso es lo que endurece a una carrera. Y ahora mismo hay un nivelazo.
Entonces, prefieres competir contra las mejores…
Ahí es donde lo das todo, subiendo o no al podio, pero dices: he estado con chicas que están arriba, he competido por mi puesto y ha costado más trabajo. Hay carreras que puedes agradecer ir más relajado, pero lo suyo es competir con la élite.
¿Cómo eliges dónde vas a competir?
Hay kilómetros verticales que son de 10 y los hay de 3,5. Quiero decir en nota. Los hay espectaculares, muy bonitos. Yo soy muy selectiva y a mí los que me gustan son los que tienen poca distancia, de 3,8 o 4 como mucho de longitud y 1.000 metros de desnivel.
«Muchos piensan que en una carrera así es poca carrera, pero el ritmo es agónico desde que se sale hasta que se entra en meta, es muy exigente.»
¿Qué es lo que te ha atraído tanto de este tipo de carreras?
No es porque yo corra kilómetros verticales, pero si hay una prueba espectacular, es un kilómetro vertical. Puedes tener gente en todos los puntos de la carrera animándote, apoyándote e incluso la puedes grabar desde que sales hasta que llegas. Es algo espectacular.
Hay gente que piensa que no son tan duros como otras carreras más largas…
Muchos piensan que en una carrera así es poca carrera, pero el ritmo es agónico desde que se sale hasta que se entra en meta, es muy exigente. Te pueden seguir con unos prismáticos desde abajo a la meta. Puede ser algún día que se hagan Campeonatos Olímpicos. En un ultra hay más soledad, que también es bonito. Es una aventura, pero en muchos kilómetros no te encuentras a nadie, que puede ser bonito, pero no tan espectacular.
¿Qué cambia con respecto a otras carreras?
Lo que tiene es que puedes ir hablando con tus compañeros durante la bajada. Normalmente, llegas a meta y esperas a compañeras y bajas caminando o trotando, pero siempre con una conversación. Al final es un encuentro con los demás corredores. Eso también la hace especial.